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EI ETE:
LAS MIELES GENUINAS


Instalación
Seleccionado en 59 Salón Nacional Margaret White.

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Texto

Dentro de la circulación del conocimiento planteada durante la Residencia Fluvial del Proyecto Urugua.i -Tekoha*, en su charla “Sistemas de agua dulce en un mundo acelerado”, la ecóloga y limnologa Dra. Mariana Meerhoff plantea que de los diez índices de sanidad del plantea, 6 ya están en riesgo, 4 de ellos en rojo. A su vez el arqueólogo Dr. Rafael Milheira explica como fue el proceso expansivo guaraní, cultura fluvial que avanzaba por los ríos esparciendo su saber, sus semillas, guerreando, plantando, intercambiando. Así llegaron hasta nuestras tierras. Así nos legaron nuestro nombre país. Uruguay. Nombre cuyo significado original muy pocos conocen. Al igual que el de ei ete, las mieles genuinas. Ignorancia que nos habla de antiguos genocidios, de borramiento de la memoria, de perdida de nuestras raíces. De desconexión.

Milheira utiliza la metáfora de las abejas para explicar las oleadas emigratorias que se sucedieron desde hace 3000 años, desde el centro de la América. Es mentira, dice, que el territorio estuviese despoblado cuando llegaron los conquistadores. Esto es un relato de apropiación. El territorio estaba todo ocupado, sin vacíos demográficos y estaba ya modificado por la acción de los pueblos originarios. Cuando el Karai o sacerdote soñaba que había que moverse  un gran grupo emprendía la búsqueda de nuevas tierras para plantar, llevando con ellos sus bolsa de semillas, siempre hacia el este, siempre buscando la “Tierra sin mal”; el Y vi ´mare. Así es como el guaraní se transformó en la lengua de intercambio desde el Rio de la Plata al Orinoco cuando llegó la conquista. Por esta razón los jesuitas lo escribieron, para evangelizar con la biblia en guaraní.

Tembi’u aguyje  es la ceremonia guaraní de bendición de los alimentos. Coincide con la recolección de la miel y de los frutos, para ellos, la miel es un fruto.  Tienen identificadas mas de 10 especies de abejas en idioma guaraní, también a las invasoras europeas. No olvidemos, que después del latín, el guaraní es el idioma que mas vocablos posee para identificar flora y fauna. Tal su manejo y conocimiento del ambiente.

Con el equipo, nos embarcamos en Nuevo Berlín con los apicultores, en medio de la neblina matinal, tomando la dimensión de este río que nos brinda su nombre como país, navegamos su ancho lomo de animal sin pausa, rumbo a la Isla Bassi, Esteros de Farrapos. En el camino, superando el ruido de la lancha, Miguel nos cuenta por que  llegaron a las islas. Que se tuvieron que ir del continente, escapando de la contaminación reinante. Sus abejas ya no producían buena miel, tenían muchos residuos tóxicos. Las abejas se desnorteaban con  el glifosato y la miel no la querían .Así empezaron a probar en las islas, que varias veces las crecidas se le llevaron las colmenas. Que al principio acampaban en el piso,  que al final  le encontraron la vuelta, que construyeron esas balsas para que las colmenas flotaran durante las crecidas, que nunca se sabe cuándo llegan.

Me embargó una sensación de porfiada resistencia, de su capacidad de resiliencia. Del día después del fin del mundo, cuando las aguas descendieron y Noe volvió a bajar a la tierra.

“Es que el río es menos nocivo que los agrotóxicos”, me dice Miguel, mientras pienso,  que ellos también salieron a buscar nuevas tierras para  sus abejas, con la diferencia que ellos ya llegaron al  borde de nuestro país. Nuestra última tierra sin mal.

Estas balsas torcidas, afectadas por el tiempo y las crecientes son un testimonio de resiliencia, un testimonio de  resistencia que nos arroja cual futuro deseamos construir. Que es progreso, que desarrollo.

A ellos mi homenaje. 

                                                                                                Martha  Castillo

                          

MARTHA CASTILLO

T R A B A J O S     EN     A V A N C E

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